A) Una mirada histórica: de la relación hegemónica y sus distintos factores.
La situación de indignidad laboral y de vida no constituye novedad si miramos panorámicamente a nuestra Historia, porque la pobreza, la desigualdad y la mala distribución del ingreso, han sido situaciones que han existido desde el momento en que hay grupos que dominan, en el caso nuestro desde la invasión española en 1536. Entonces notamos dos elementos indisolubles, la desigualdad (que implica la pobreza de las mayorías) y la dominación de determinados sectores sociales por sobre las mayorías.
Pobreza, desigualdad y dominación, tres planos de una misma realidad en Chile y América Latina y que tienen directa relación con el asesinato de Rodrigo Cisternas, puesto que él sus compañeros viven en condiciones de pobreza (como las grandes mayorías, incluyendo las que no son consideradas como pobres por el sistema), viven en un contexto de extrema desigualdad y son dominados (y dirigidos) por una clase alta política-económica-militar, que se expresa en los grupos económicos, el Estado ( y por tanto la clase política) y las Fuerzas Armadas. Además podríamos agregar un elemento más a la dominación, que tiene que ver con la democracia formal (y protegida) que tenemos en Chile, porque el ejercicio del poder se restringe a esta clase alta (en la actualidad fruto del pacto de 1989) y la participación en la dirección de los destinos del país, no ha sido un problema de ciudadanos, sino de esa clase política. En todo esto subyace la obviedad de la .lucha de clases.
En el asesinato de Rodrigo Cisternas, la lucha de clases se expresó en su dimensión criminal, puesto que fue asesinado por el Estado en momentos en que participaba de movilización obrera, producto del valor que es usurpado por el capitalista, el que se denomina plusvalía. Pero esto no hay que entenderlo por sí solo, porque el asesinato no lo cometió la forestal, sino que el Estado, ¿por qué?, esa es una pregunta que tiene que responderse a través de este escrito.
Ha sido el Estado chileno, durante la dictadura militar y durante el gobierno del pacto transicional, quienes han implementado y legitimado el Neoliberalismo como modelo de desarrollo y para ello ¿han tomado en consideración a la ciudadanía?, la respuesta es NO, pero a la hora de las elecciones SÍ y, si bien la participación ciudadana está restringida y limitada por ley y por el conjunto de la clase política, tampoco la ciudadanía se ha hecho parte, como actor social. Entonces, ¿hay sólo dominación?, o ¿hay también consentimiento y legitimidad?. Lo importante es que entre 1975-6 y la actualidad se ha implantado un modelo de desarrollo con las siguientes características:
a) Privatizar empresas estratégicas y servicios básicos.
b) Refundar el sector exportador para maximizar su rendimiento económico, en base al cobre, recursos naturales tradicionales y no tradicionales (salmones, harina de pescado, celulosa, frutas, vinos).
c) Mantener un alto nivel de divisas, que permitiera liberalizar la importación de productos y de divisas, los neoliberales resolvieron devaluar el peso de emisión en el mercado interno; por lo que había que restringir el gasto público y la masa circulante de divisas y por ello se reducía la liquidez del mercado interno en un punto crucial, el fondo de salarios. Se decidió mantener sueldos bajos y no subirlos para no crear presiones inflacionarias ni movimientos de clase. Entonces si los salarios se mantienen bajos, aumenta la plusvalía y la ganancia neta del empresario. Pero hay un problema, ¿cómo se mantiene la demanda por mercancías en niveles adecuados para el desarrollo del PGB (Producto general Bruto) y de la actividad económica general?; la respuesta es incentivando al máximo los créditos de consumo, a través de la tarjeta de crédito. Ese dinero, ese fondo estable, se suma a otros, los provenientes de AFP e ISAPRES, que a su vez son la base para iniciar procesos especulativos (bancos, financieras y especulación internacional en las bolsas de valores).
d) Instalar un sistema laboral precario, con crecientes grados de subcontratación, movilidad y economía informal, ello con el fin de atomizar las organizaciones laborales y en consecuencia produce el mínimo de agitación social y política.
El papel del Estado es clave y lo seguirá siendo, porque en lo formal es un ente que se basa en la soberanía popular (elección de los cargos de representación en parte del poder ejecutivo y en el poder legislativo), pero en la estricta realidad, sigue cumpliendo el papel que cumplía en los tiempos de Marx: resguardar los intereses del capital, para que estos acrecienten sus ganancias. Que estas dos situaciones coexistan en una normalidad que asombra son otros dos conceptos que coexisten con la estructura de clases (que son funcionales a ella), que es el Orden Social y la Hegemonía Cultural..
Lucha de clases, orden social y hegemonía cultural se entroncan y se retroalimentan en un proceso dialéctico, en otras palabras, son tres caras de una misma realidad.
La estructura de clases, da cuenta de una dominación, el orden social, que se extiende a lo social y a lo cultural, y la hegemonía da cuenta de una dominación y dirección de la sociedad a través de un convencimiento de las mayorías sometidas y dirigidas. Orden social y hegemonía cultural, son conceptos que nos permiten entender el por qué si el Estado que se supone que es un ente que congrega a todos los ciudadanos, termina siendo el instrumento de dominación y dirigencia del conjunto de la clase alta.
Si el sistema sólo dominara (y no dirigiera), estamos hablando que la dominación de clases se ejerce por el poder de la fuerza (coacción y coerción), lo que se denominaría como el palo (policía, fuerzas armadas, policía política) pero con eso no basta, ya que la población no tardaría en rebelarse, por lo que también se necesita del bizcochuelo, esto es conceder algo a la población con el fin de mantener los soportes del sistema, el bizcochuelo se puede definir como aquello que garantiza una condición básica de vida, pero sólo lo suficiente, que además es de mala calidad; en Chile se puede decir que el bizcochuelo, lo conforman la tarjeta de crédito (consumismo) y la asistencia social (precaria) otorgada por el gobierno. Sin embargo con un bizcochuelo malo, sin sabor y duro como piedra, también es un camino no muy largo para una rebelión social y por ello también tiene que haber un convencimiento, esto es hacer creer a la gente de que lo que se hace y que lo que existe es bueno y es lo mejor que puede haber y que no es posible otra alternativa. Entre el palo, el bizcochuelo y el convencimiento, podemos situar los otros tres conceptos que hemos mencionado: Dominación de clases, orden social y hegemonía cultural.
En lo que refiere al Orden Social, que es el orden, como lo piensan las clases dominantes y esto significa lo siguiente: que las clases subalternas se tienen que sujetar a lo que dictaminan las clases dominantes, la siguen en sus planteamientos, en otras palabras es una subordinación de lo inferior a lo superior, es decir del conjunto de los sectores sociales del país a la autoridad de la clase dominante, que es capaz de definir la realidad, sus elementos y características y que ejerce el poder por los hechos que se legitiman social, jurídica y culturalmente, y que además se identifica y asimila con el papel de controlador del Estado y la sociedad. Hoy en Chile es así, es la clase alta política-económica y militar, es la que no sólo domina, sino que también dirige a la sociedad a través de la hegemonía cultural, y si es necesario de la represión. Es entre la dirección de la sociedad y la represión, donde tenemos que situar el asesinato de Rodrigo Cisternas; “donde no funciona el convencimiento funciona la represión”, pero hay una razón más exacta, porque la represión se hizo en nombre del orden público (social), el orden como lo entiende la clase alta, porque lo que allí se defendió fue el interés de la empresa y no de los trabajadores ni de la ciudadanía.
Habíamos dicho que el orden social se mantiene gracias a que la clase alta ejerce una hegemonía cultural, que se define como la influencia ideológica y cultural ejercida por las clases dominantes sobre las clases sometidas, a través del control del
sistema educativo, de las
instituciones religiosas y de los
medios de comunicación. A través de estos medios, las clases dominantes "educan" a los dominados para que estos vivan su sometimiento y la supremacía de las primeras como algo natural y conveniente, inhibiendo así su potencialidad
revolucionaria. Así, por ejemplo, en nombre de la "nación" o de la "patria", las clases dominantes generan en el pueblo el sentimiento de identidad con aquellas, de unión sagrada con los explotadores, en contra de un enemigo exterior y en favor de un supuesto "destino nacional". Se conforma así un "bloque hegemónico" que amalgama a todas las clases sociales en torno a un proyecto
burgués. Se ejerce hegemonía en dos sentidos, promoviendo temas de evasión (la farándula, por ejemplo) y promoviendo una determinada visión de los hechos (por ejemplo que el asesinato de Cisternas fue hecho en defensa propia por parte de los carabineros, como si no hubiera mediado una provocación de las fuerzas policiales de por medio).
Esta trilogía, dominación de clases, orden social y hegemonía cultural tiene una larga trayectoria en Chile, a partir de ello se pueden definir tres períodos (aunque con matices en el interior de esos períodos):
1536 – 1880: La dominación de clases era ejercida primero por los españoles (y criollos) y después por chilenos, que pertenecían a la elite que controlaba los medios de producción fundamentales de la época (agricultura primero, minería posteriormente) y los medios de intercambio (redes de comercio colonial y redes de economía-mundo del siglo XIX, siglo de la primera globalización comercial). A su vez era sustentada en un orden social en que las clases subalternas (inquilinos, indios radicados en pueblos y en menor medida los peones) seguían a la clase dominante-dirigente de la época, que ya ha sido caracterizada. Dicho orden social se sustentaba en una hegemonía cultural promovida por la Iglesia y por el autoritarismo patronal que era seguida por la población que había sido convertida al catolicismo, por el hecho de que eran convencidos que la realidad era lo que Dios quería. Todo ello amparado por el Estado español primero y por el naciente estado chileno, después.
1880 - 1973: Se inicia este nuevo período con la incorporación de los territorios ricos en salitre del norte a Chile, con lo que se inicia un nuevo período en la historia económica de Chile, puesto que comenzó a desplazarse el eje de la economía desde la agricultura hacia la minería salitrera, lo que a su vez transformó a las clases, aunque no la dinámica de su estructura desigual, la aristocracia tradicional terrateniente, así como los mercaderes clásicos se fueron convirtiendo en una oligarquía que era la síntesis entre burguesía y aristocracia y que posteriormente se transformará en burguesía industrial nacional con vinculación a la dominación británica primero y estadounidense después. Esa fue la clase que domina y dirige al resto de las clases y por cierto a un fuerte proletariado que se comienza a formar. Los medios para preservar el orden social y construir una nueva hegemonía cultural se fueron sofisticando, la iglesia seguía teniendo, pero se fueron incorporando nuevas formas, por ejemplo nuevos partidos, el clientelismo, el caudillismo, el nacionalismo, el tradicionalismo, un catolicismo tradicional aún hegemónico y un poderoso sistema educacional estatal, además del convencimiento de que Chile era un país ordenado y estable. Todo este andamiaje comenzó a ser puesto en cuestión a partir de la década de 1950 y que tuvo su máxima expresión en 1972-3, proceso que fue interrumpido por las clases que siempre han dominado, pero que estaban perdiendo su capacidad de dirección, pero que nunca -.como ha probado la historia- ha perdido totalmente, porque hacia 1973 todavía era capaz de convencer a importantes sectores de la ciudadanía (y no solo de la clase alta y media).
1973 - 2007: Dicho período ya ha sido tratado a lo largo del escrito. Comienza con el golpe de Estado y se proyecta hasta ahora.